Siempre había conocido un mundo en blanco y negro. De ahí que todos a su alrededor fueran personas grises, con tonalidades concretas pero grises.
Conoció una mujer que lleno su corazón con un gran arco iris y a partir de entonces se dedicó a pintar cuanto le rodeaba con colores. Repintó lunas, observadores, personas con forma de espirales, amaneceres, sonrisas y hasta nostalgias con tal de transformar el mundo entero.
Sin embargo, a pesar del colorido la gente seguía siendo gris por dentro y se quejaban de ver azules que tachaban de verdes y ocres que les parecían magentas. Nadie se ponía de acuerdo porque en la variedad estaba el disgusto. Así que, llegados a ese extremo, acusaron al colorista de alborotador social y aún hoy lo buscan para que vuelva a pintar el mundo tal y como estaba.
Dicen que alguien lo vio en Australia una noche de luna llena…